Haz conmigo, Jesús, lo que Te plazca. Yo Te adoraré en todas partes. Y que se haga en mí Tu voluntad, oh Señor y Dios mío, y yo glorificaré Tu infinita misericordia. Después de este acto de sumisión cesaron estos terribles tormentos.
De repente vi a Jesús que me dijo: Yo estoy siempre en tu corazón.
Veo que Dios nunca permite (Sufrimientos) por encima de lo que podemos soportar.
Ahora veo que si Dios quiere mantener a un alma en la oscuridad, no la iluminará ningún libro ni confesor.
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